Mi quesada pasiega

La quesada me evoca el verano. Al entrar en el Valle del Pas, en Cantabria, siempre teníamos que hacer una parada en el pueblo de Alceda-Ontaneda y comprar una quesada. Era imposible resistirse a ese aroma que lo impregnaba todo.
Me encantaba ver como la preparaban junto al mostrador de la tienda, como aquella masa casi líquida salía convertida en una torta dorada como el sol. Y como es habitual en mí, al volver a casa tenía que intentar reproducir la receta. Hice muchos intentos y salieron tartas de queso riquísimas, pero ninguna era como aquella quesada... hasta que di con el ingrediente secreto: ¡la cuajada! y eso es lo que marca la diferencia.

Ingredientes (para dos moldes de 27 cm):

• 4 cuajadas
• 3 huevos de 50 gr
• 1/4 litro de leche hervida con dos cáscaras de limón y una rama de canela.
• 125 gr de maicena o harina
• 250 gr de azúcar
• 80 gr de mantequilla.

Preparación:
Engrasar los moldes con mantequilla y espolvorearlos con harina. Sacudir lo que sobre.
Hervir la leche con la canela y el limón (quitar toda la parte blanca, si no amarga). Enfriar.
Batir la mantequilla a temperatura ambiente con el azúcar, añadir los huevos, las cuajadas, la leche colada y la harina. Volcar la mezcla en los moldes e introducir en el horno caliente a 200º (yo prefiero hornearlas de una en una). Pasados 15 minutos, bajar la temperatura a 180º y terminar de cocer hasta que la superficie esté bien dorada. El tiempo aproximado varía entre 45 minutos y una hora, pero eso depende de las características de cada horno, por eso, es mejor guiarse por el color dorado de la masa.
Dejar enfriar y consumir preferentemente al día siguiente (gana sabor).

Nota: en esta receta sigo mi principio personal de reducir grasa y azúcar en la medida que se pueda. La quesada original era más grasienta y más sabrosa, tal vez porque llevara nata o más mantequilla, pero esta no desmerece en absoluto. De todas formas, la cocina es experimentación pura, y esta receta es tan solo una pauta.
Buen provecho.