Estuve leyendo el otro día mi viejo y destartalado recetario de cocina, un cuaderno entrañable de cuadritos azules con recetas manuscritas y montones de monigotes y garabatos hechos por mis hijos. Es una especie de cuaderno-carpeta en el que se acumulan montones de recortes y “basurillas” de todo tipo.
Apareció por allí esta receta de codornices que hacía mil años que no preparaba.
Recuerdo que era semejante a un escabeche y que estaba muy buena, pero no la suelo elaborar porque en casa son extremadamente maniáticos con todo tipo de huesos y espinas. Traigo aquí la receta para salvarla del olvido. La próxima vez debería deshuesarlas antes de cocinarlas porque sino terminaré comiéndomelas yo misma.
Ingredientes (para cuatro personas):
- 8 codornices
- Una cebolla grande
- Una cabeza de ajos
- 2 cucharadas de vinagre
- Una hoja de laurel
- Un chorrito de vino blanco
- Un litro de caldo de verduras o de ave
- Harina
- Aceite y sal
Preparación:
Salar y enharinar las codornices. Freírlas ligeramente con aceite y reservar. Retirar parte del aceite empleado y dejar solamente el necesario para pochar las cebollas picadas. Cuando estén blandas, añadir una cucharada de harina y tostar. Poner las codornices en una cazuela y verter sobre ellas la cebolla con la harina, el caldo, los ajos, el laurel. el vinagre, el vino y un toque de pimienta. Han de quedar cubiertas por el caldo. Removerlo todo y cocer durante media hora hasta que estén tiernas. Servir y disfrutar.
Buen provecho
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