Las tartas saladas son para mí una cena perfecta y una buena forma de reciclar restos de otras preparaciones aunque en esta ocasión, no voy a reciclar nada.
Inspirándome en la cocina alemana, he preparado esta tarta con col lombarda. La masa lleva avellanas ralladas y la verdura está hecha con vino tinto. El resultado es sorprendente y apetitoso, y aunque se trate de una verdura que no guste mucho (a mí me encanta), servida de este modo será difícil que tus comensales no la prueben.
Curioseando por ahí encontré una receta semejante, algo más trabajosa pero visualmente muy bonita. Estaba hecha con hojaldre, con tiras de hojaldre rellenas de picadillo de lombarda, unidas unas a otras y dispuestas en espiral. Quedaba como las caracolas de pastelería pero con relleno salado. La próxima vez, la haré así.
Ingredientes (para cuatro personas):
- 100 gr de lombarda
- 65 gr de mantequilla
- 25 gr de avellanas molidas
- Sal y pimienta
- Una cucharada de agua fría
- 250 gr de lombarda
- Media cebolla roja
- 75 ml de vino tinto
- Un huevo
- 40 gr de queso rallado curado
- 25 ml de crema de leche
Preparación:
Moler las avellanas con un robot de cocina. Reservar. Mezclar en un bol la harina con la mantequilla fría cortada en dados, un poco de sal, una cucharada de agua fría y las avellanas. Trabajar rápidamente con las puntas de los dedos (como si se pellizcara la masa) y formar una bola de masa lisa. Refrigerar media hora.
Rayar la lombarda en tiras finas. Picar la cebolla en aros finos. Pochar ambas en una cazuela con un poco de aceite, añadir el vino y la sal y dejar que se hagan durante diez minutos. Batir el huevo con la nata. Engrasar un molde de 18 cm con mantequilla y extender la masa. Igualar los bordes. Mezclar la lombarda con el huevo y verterla sobre la masa. Cubrir con el queso y un toque de pimienta. Hornear a 180º media hora o hasta que esté dorada.
Buen provecho
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