Hoy traigo dos recetas en una sola entrada porque la una deriva de la otra.
Mi suegro es cacereño, de la comarca de los Ibores y todos los veranos hacemos una parada obligada en la Puebla de Guadalupe. Ya he hablado de la gastronomía de este lugar cuando hice las sopas de tomate o el lomo con aliño campestre y no mencionar esta morcilla es ignorar uno de los productos estrella de este pueblo.
Esta morcilla es diferente, al igual que la carnicería donde se vende, un edificio blasonado de fachada renacentista que además es mercería y tienda de productos de la zona (la primera vez que entré en ella pensé que me había equivocado de sitio). Está hecha con los ingredientes habituales más acelga, repollo, hierbabuena y picante. Como dice Manuel, el artífice de esta vianda, “mi mejor publicidad es el boca a boca”.
Y si alguien como yo, quien no suele disfrutar con este tipo de producto, dice que está muy bueno, podéis creerme.
La verdad es que hecha y comida allí sabe mejor que cuando la traigo a casa. Ya se sabe, el agua de la zona, el olor del campo, la compañía...son cosas que mejoran siempre el sabor. Si viajáis por allí, no olvidéis probarla. La morcilla se prepara así:
Ingredientes:
- Morcilla de la Puebla
- Palillos mondadientes
- Agua
Preparación:
Pinchar los extremos de la morcilla con dos palillos atravesados. Ponerla en agua fría en una cazuela y cocer veinte minutos a fuego medio. Sacar, partirla en trozos y comerla bien caliente acompañada de un buen trozo de pan y un vasito de vino.
Y como me sobraron unos trocitos, después preparé este revuelto.
Ingredientes:
- Restos de morcilla
- Una pera madura
- Unos piñones tostados
- Huevos (según el gusto y la cantidad de “sobras”)
Preparación:
Abrir la morcilla y extraer la carne. Pelar y picar la pera en trozos muy pequeños. Poner ambos ingredientes en una sartén, añadir el huevo y agregar unos piñones tostados.
Nota: Este revuelto puede prepararse también con morcilla tipo Burgos.
Buen provecho
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